08-01-2015
Llano de Brujas, Murcia
Para mi compañera de clase:
Estimada compañera de clase, espero que leas esta carta. Te escribo esta carta para decirte y expresar mis disculpas. Sé que hace algún tiempo te dije algunas palabras mal sonantes sin ánimo de ofender y desde aquel instante tu comportamiento y el de tu amiga cambió bruscamente con respecto a mí. Sé que no debí decir eso y me disculpo por ello pero… quiero abandonar esta guerra de odio sin sentido. Sé que tú no eres así y tampoco ella. Sé que solo sois así conmigo excluyéndome de vosotras para dejar mi amistad olvidada, sé que soy diferente a todos vuestros amigos y que mi comportamiento nunca ha sido adecuado, pero si fuera igual que todos vuestros amigos o copiando vuestros actos, ya no sería yo y me niego en rotundo a que eso pase.
Sé que crear una amistad es muy difícil si soy yo el que quiere crear lazos, pero ya fuimos amigos una vez, tuvimos nuestras riñas, nuestros momentos de risa y nuestros momentos tristes, nunca conté los secretos que me dijisteis, siempre os defendi y a día de hoy sigo sin contar vuestros secretos a nadie a pesar de la marginación social que me habéis hecho. Sé que soy diferente a vosotras, tenemos muchas diferencias pero eso es crueldad. Vosotras me habéis impuesto un castigo igual o peor al que Zeus le impuso a Prometeo, cada mirada, cada cambio brusco, cada vez que demostrais vuestro odio o el asco que tenéis, son como ataques de águilas rapaces hiriendo mis órganos y dañando mi corazón con vuestro pico hasta dejarlo hueco.
Por favor entrad en razón y dejad, dejad ya esta tortura. Yo quiero volver a ser vuestro amigo, pero si de lo contrario me seguís odiando y me negáis vuestra amistad el que me arrancará el corazón y los sentimientos por vosotras no seréis vosotras y vuestra tortura, sino yo mismo.
Siento las molestias, adiós
Sé que crear una amistad es muy difícil si soy yo el que quiere crear lazos, pero ya fuimos amigos una vez, tuvimos nuestras riñas, nuestros momentos de risa y nuestros momentos tristes, nunca conté los secretos que me dijisteis, siempre os defendi y a día de hoy sigo sin contar vuestros secretos a nadie a pesar de la marginación social que me habéis hecho. Sé que soy diferente a vosotras, tenemos muchas diferencias pero eso es crueldad. Vosotras me habéis impuesto un castigo igual o peor al que Zeus le impuso a Prometeo, cada mirada, cada cambio brusco, cada vez que demostrais vuestro odio o el asco que tenéis, son como ataques de águilas rapaces hiriendo mis órganos y dañando mi corazón con vuestro pico hasta dejarlo hueco.
Por favor entrad en razón y dejad, dejad ya esta tortura. Yo quiero volver a ser vuestro amigo, pero si de lo contrario me seguís odiando y me negáis vuestra amistad el que me arrancará el corazón y los sentimientos por vosotras no seréis vosotras y vuestra tortura, sino yo mismo.
Siento las molestias, adiós
